15.6.15

Regreso a casa



Mañana regreso a casa tras un nuevo periplo americano. Perú es un país maravilloso, lleno de contrastes, de sobrecogedoras naturalezas y gente cálida y acogedora. Me llevo los cafés en el Haití dibujando en servilletas, alguna tarde en Barranco, una noche de teatro en el María Angola, una cena de patas, un pisco tranquilo en buena compañía y muchas horas en soledad. Un libro terminado, algunos nuevos amigos y la pena de no haber podido ver a otros que estuvieron muy cerca. Las caminatas en Antioquía, y un largo viaje cruzando de nuevo los Andes. Me quedo con las noches en la selva, escuchando al dormir un rumor de inmensidad compacta que no se puede describir con palabras, y el sonido del agua en el casco de una canoa cargada de sacos de café. Me traigo el rugido de un rio bravo de cauce sin fin, de orillas cercadas por hermosas e infranqueables murallas vegetales. La risa de los niños Asháninkas, el sabor agrio del masato, la hospitalidad de su gente. La acuarela haciendo aguadas sobre el grano de un papel. Alguna historia sobre brujos y sacaojos. Conservo conmigo intacta la decisión de seguir llamando sin miedo a las cosas por su nombre, y la intención de no opinar sobre lo que no conozco o no he vivido. Me dejo aquí la adrenalina desprendida en algún breve encuentro con los malos, me traigo de nuevo la certeza de que somos más los buenos, o quienes pretendemos serlo, y que no por ello tenemos que compartir las ideas, sino la convicción de querer hacerlas convivir en paz y en libertad.

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