18.9.15

POR NO LLORAR. Sirios y Troyanos



POR NO LLORAR

Es difícil definirse en términos absolutos
ante el drama que vivimos en las fronteras europeas. Es fácil, muy fácil, optar por el matonismo verbal, descubrirse armados con un teclado como defensores del imperio Austrohúngaro, más húngaro que austro, y atizar estopa a tirios – en este caso sirios - y troyanos. Esa postura es agradecida, porque si uno se muestra lo suficientemente enfadado y elige bien los vídeos y fotos que cuelga en la red, siempre encuentra su parroquia de seguidores, si no numerosa al menos muy entusiasta, que desahoga su incomodidad porque le agrien el café con escenas de avalanchas de moros hambrientos y vociferantes, cargados con niños que les recuerdan a los suyos, o a sus sobrinos o nietos, vaticinando la voladura en breve plazo de nuestras catedrales y la prohibición dentro de un cuarto de hora de los bocatas de jamón. Estamos saliendo de una crisis, por Dios, y ahora que vamos viendo la luz no estamos para que nos jodan las víctimas de una guerra, pobrecitos, que se veía tan bien por televisión. Un par de no sé donde vamos a llegar y tres que gentuza, y a otra cosa. Que en el mundo no pasa nada grave si no cierran la churrería, la pelu o el bar de la esquina.

Más seguidores consiguen aquellos que, esa si que es fácil, dicen avergonzarse de ser europeos, mire usted ¿porque no abrimos las fronteras como las puertas del cortinglés en enero, y dejamos entrar sin pedir un papel a todos los que tengan cara de buena persona? Mándeme seis a casa, pero mejor mañana. Y si nos entran revueltos víctimas y verdugos, gente honrada y saqueadores de tiro fácil, familias, trabajadores en éxodo obligado y chulos de dedo en cuello, pacíficos devotos del corán o hienas que después de rezarlo lo adjuntan por Seur junto a una cabeza recién cercenada, ángeles y demonios, no pasa nada. Porque en cuanto les contemos que aquí somos multiculturales y que hemos abominado de nuestro pérfido pasado judeocristiano, se harán amiguitos, llamarán por el móvil a Siria, a Afganistán, a Libia o a Iraq, o a Disneylandia, si de allí nos dicen que son, y pedirán que vengan todos a cobrar su pensión y que dejen ya de pelearse.

Más callados, de momento, están los que ven en todo esto una nueva oportunidad para que todo el sistema salte en pedazos, y así, sobre el solar que quede, poder apedrearse a gusto con los demás anti sistema para ver quien consigue construir un nuevo sistema como a ellos les gustan, o anti gustan, los sistemas. O algo así.

También hay otros que están callados, muy callados, siempre callados. Estos comparten libro y rezos con los verdugos, y también con muchas de las víctimas, y no hablan mucho porque están esperando a que los europeos, los que no nos avergonzamos de serlo, los que les hemos abierto las puertas de unas sociedades en las que costó decenios de sangre, razón y autocrítica que no se quemaran iglesias ni mezquitas, descubramos por fin que somos los culpables de todo, porque hace ciento cincuenta años nos fuimos con un salacot a repartirnos sus riquezas con los sátrapas, sus abuelos, que los gobernaban. Gracias a uno de estos, he descubierto que los israelíes, que como todo el mundo sabe se han disfrazado con turbantes y están degollando hasta al canario en Siria, nos están haciendo un favor a los europeos, desviando la atención internacional hacia Jerusalén y Palestina mientras los húngaros hacen el trabajo sucio. De una cosa llamada estado islámico ¿islámico? a mi plín, ni me preguntes, que estoy tan callado calladísimo como mis primos de Arabia Saudí.

PARA NO REIR

Y pienso yo que sobre todos estos, hay una inmensa mayoría, a la que todo este personal toma con desvergüenza por borregos, buenistas, burgueses, opresores o tibios según convenga que, yendo a rezar a la iglesia, a la mezquita, a la sinagoga o al cine asisten entre compadecidos, preocupados y perplejos a un éxodo sin precedentes, y reclaman sin aspavientos un equilibrio razonable entre la humanidad, la justicia, el deber de socorro y la seguridad. Entre la tradición europea de ser tierra de acogida, su curiosidad y asimilación ante culturas, artes, filosofías y costumbres foráneas, y la exigencia de respeto e integración en las nuestras y en nuestros valores, que ya de por sí son bastante diversos pero que confluyen, o al menos a eso aspiran en su letra impresa, en la palabra libertad.

Y subyaciendo bajo todo esto, casi olvidado por todos, incluidos estos últimos, el infierno en llamas que ha originado todo sigue silenciado, tras un incomprensible velo de desinformación y desidia. Un ejército de alimañas con turbante y banderas negras que, fanatizando una religión, sigue crucificando niños, decapitando a quienes su libro designa infieles; cristianos, kurdos, chíies…esclavizando mujeres, incendiando iglesias, mezquitas, arrasando el patrimonio de la humanidad y nuestra historia común. Y creando con todo ello una estrambótica y deleznable producción bollywoodiense para pervertir a cientos de inocentes adolescentes musulmanes, ante el silencio de otros cientos de miles. 

¿No es un sinsentido pensar que el problema está en Europa? ¿Enzarzarse en un vacuo y babélico debate sobre cuotas de acogida? Recibiendo a los que escapan, si, es de justicia, pero negando nuestra ayuda a quienes quedaron allí sojuzgados, o combatiendo y defendiendo a su tierra de quienes los expulsan, esa cada día mas cruel, arrogante, organizada y financiada hidra yihadista.

Ya puestos a recordar a los que todos olvidan yo, que no soy muy de incienso ni de campanas, entre todas las víctimas y sin olvidar a ninguna quiero recordar especialmente a los cristianos, que abominación ¿me habré vuelto un meapilas? la confesión religiosa más hostigada del mundo, los más denostados, injuriados, oprimidos, perseguidos o masacrados. Yazidies, coptos, en Egipto, Indonesia, Iraq, Libia, Níger, Siria, Somalia... y en cualquiera de los conflictos del mundo en los que aún se mata en el nombre de un dios.

Y sin saber muy bien si esta tal vez caótica, y sin duda demasiado extensa reflexión me ha salido muy buenista, burguesa, tibia, agresiva o aborregada, o si he roto en perroflauta, reaccionario, demagogo, o en un monstruoso híbrido de todo eso junto, le pongo punto y final antes de que comiencen a acusarme de equidistante, que es la palabra comodín con la que los cerriles de todo trapo apedrean a quienes no escriben exactamente lo que a ellos les salga de la pimporreta. A mí, sinceramente, como que me resbala. Por si a alguien le interesa.

Pepe Yáñez
Septiembre de 2015





Este texto y sus imagenes están en internet y son de libre uso no comercial. 
Por favor, si lo reproduces cita a su autor.
Pepe Yáñez 2015 

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16.9.15

Nada




A veces es lo único que nos queda. Pero en la vida, como en el arte, crear es dar forma a la nada.


"Nada"
Fotografía y collage digital.
2015




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Pepe Yáñez 2015 

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