Ilustración: "En Boca" (exvotos tabernarios). Acrílico sobre lienzo. Pepe Yáñez 2007
En mi memoria, maleable como una herramienta forjada para dar forma a las cosas que no existen, el olor del corcho aún consigue evocar la textura del aserrín, y aquel aroma a serrería y a cáscaras de cacahuete que, al ser desterrado del suelo de las tabernas por el legislador, descubrió pisos deslavazados y taraceas de cemento untado a lechadas.
Los recuerdos
de las tabernas de mi juventud bien pasarían por unas letras escritas sobre un
dintel, o por el rechinar de jarcia seca del descorche de las últimas botellas,
aquellas que abrían la puerta a la engañosa clarividencia del primer trago de
más, o por las volutas de incienso pagano de las colillas mal apagadas que
enrojecían los ojos y afilaban la lengua. Y por muchos otros. De entre todos
ellos -seguro- me quedo con algunos rostros que aún envejecen el gesto canalla
a mi lado, y con otros a los que ya no sabría o no quiero poner nombre, pero
que compartieron trago, yantar, y risas y palabras y silencios.
Los recuerdos te asaltan; la memoria se evoca.
Por eso, ya te digo, si tengo que elegir me quedo con la memoria, dúctil y bien
adiestrada. Y así, cuando caigan los últimos bastiones tabernarios, y sólo nos
queden esos parques temáticos
envejecidos a soplete en los que ya no cruje el pavía de bacalao, y los trazos
de tiza en la madera solo sean un recuerdo ante las cartas en letras dauphin sobre fondo de verde carruaje, seguiré
embarcado en la Taberna Errante
que soñó el viejo genio de Albión, y dibujaré con el dedo sobre una mancha de
vino derramado, emulando sin suerte el trazo maestro de Pepe Castellanos, esa versión impetuosa y montañesa
de Toulouse-Lautrec que aún llenará de magia servilletas, manteles y albaranes.
Y allí, junto al mismísimo archivero del Lucero de Europa, espiaré a
hurtadillas las letras del poeta Rafael Benítez, guardián sempiterno de este
barco borracho que, como una suerte de Bartleby tabernario en variante caótica
y genial, garabateará sus versos bajo un techo de estalactitas serranas.
En mi memoria,
las tabernas de Carmona tienen la impronta del boticario que me enseñó el
secreto de las friegas al alma con rioja Contino.
Se bienvenido; escánciate.
Y Mira.
Texto de Pepe Yáñez para el libro "De Via Crucis por Carmona. Nueve estaciones por tabernas, bodegas y bares de Carmona" D.L. SE-1566-2007 Editorial El Mundo Tabernario
Texto de Pepe Yáñez para el libro "De Via Crucis por Carmona. Nueve estaciones por tabernas, bodegas y bares de Carmona" D.L. SE-1566-2007 Editorial El Mundo Tabernario
Descubrir este arbol en el campo virtual,
ResponderEliminartransgenico de anhelos e inmundicia,
es como una brisa de aire para el eterno
navegante que somos....
Desmemoriado por naturaleza y dúctil a mi
desgracia,solo me resta apuntarme a las friegas
del alma,a base de contino...
Bienvenido a bordo de El Barco Borracho, Eterno Navegante. Descorcharemos unas cuantas de esas durante la travesía, aunque no hay vino que de tanto temple a las manos como la voluntad de tomar firme el timón de las desgracias y conducirlas desde la tormenta a mares en calma.
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